Acaba de empezar un año nuevo y mientras espero a que la
pularda se ase lentamente en el horno acompañada de cebollitas, manzanas y
orejones, aprovecho para escribir mi primer post del 2016, un año que viene
como siempre lleno de buenos propósitos y con la esperanza de que nos regale algo
realmente bueno.
Las navidades están pasando con la rapidez que sucede todo lo esperado y mis deseadas vacaciones transcurren casi por completo dedicadas a la familia y a los fogones, intentando que reine la paz en casa y tratando de que todos estén a gusto.
Las navidades están pasando con la rapidez que sucede todo lo esperado y mis deseadas vacaciones transcurren casi por completo dedicadas a la familia y a los fogones, intentando que reine la paz en casa y tratando de que todos estén a gusto.
Pero estas fechas tan entrañables vienen con sentimientos
encontrados, por un lado de alegría por la fiesta, por la celebración en familia,
por las horas dedicadas a la cocina y a engalanar la casa con rojos, verdes y
dorados… pero también de tristeza al recordar a aquellos que se fueron y no
volverán, por la nostalgia de otras navidades vividas con ellos, por desear
recordar sus voces, su aroma, su calor… con la rabia de no haber dicho o hecho
a tiempo lo necesario, y eso, precisamente lo que nunca hice, es lo que se ha
quedado dentro de mis sentimientos como una lazada que oprime mi garganta y
hace que a veces llore de profunda rabia.
Tras la propagación de mensajes navideños compartidos multilateralmente a través de Facebook y de Whatsapp, algunos realmente divertidos, a estas alturas de las fiestas, confieso que estoy empachada
de turrones y mazapanes. ¡Por favor que se acabe ya la bandeja de dulces que
preside el salón!. Es una prueba irresistible enfrentarse todos los días a esas
seductoras tentaciones, tan bellamente dispuestas, que me miran traviesas
recordándome que es Navidad. Y como una
es débil y siempre cae en la trampa, tan sólo me justifico diciendo que en
cuanto se acaben no entra ni un dulce más… por lo menos ¡hasta el roscón de
reyes!. Lo que está claro es que o compensamos los excesos con actividades que
nos alejen de la cocina o esto va a ser una catástrofe dimensional. Al menos ya
tengo claro que tras el roscón vendrá la Duncan pero trataré de minimizar los
estragos aprovechando estos apacibles días que invitan al paseo y a disfrutar
de la serena luz que acompaña este invierno tardío.
Tengo una lista enorme de cosas que quiero hacer durante
estas vacaciones, algunas ya las he completado, como ir al famoso mercadillo de
Majadahonda, visitar el Museo Arqueológico
Nacional o ir al cine, pero tengo algo muy importante todavía que debo hacer y es encontrar
tiempo para mí, para pensar y trazar mis objetivos personales para este año. Repasaré
los consejos que compartí en mi post "Mind Mapping o el arte de representar las ideas" y trataré de crear un mapa conceptual que
me guíe y me inspire a la hora de perseguir mis sueños, porque sólo cuando
defines y plasmas sobre papel tus
objetivos podrás ser capaz de recordarlos y trabajar para conseguirlos. ¿Te
animas a crear tu propio mapa conceptual para el 2016?
¡Feliz Año Nuevo! - Que la armonía
fluya siempre en nuestras vidas
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