domingo, 17 de enero de 2016

¿Magia en el armario?

Una de mis películas favoritas cuando era niña era Mary Poppins. Eso de que las cosas volaran por los aires buscando su sitio y se colocaran ellas mismas perfectamente ordenadas me parecía asombroso. Así que confieso que uno de mis sueños preferidos era conseguir algún día esos poderes que me permitieran recoger todos mis juguetes en un plis plas.
 
Han pasado muchos años y sigo recordando aquello con verdadero anhelo y es que me encanta observar mi casa cuando está limpia y ordenada, abrir los armarios y ver cómo todas las prendas cuelgan perfectamente alineadas por colores y los cajones se deslizan suavemente por sus rieles descubriendo en su interior toda una serie de cosas bien colocadas y organizadas. Pero seamos realistas, eso dura bien poco. En cuanto un día vas con prisa y no colocas bien una camiseta, entonces ya no hay vuelta atrás y reaparece el caos.
 
La de veces que he tratado de buscar nuevas formas de organización, la de complementos que he comprado para colocar las cosas, y nada de nada. El problema es que acumulo demasiadas cosas y eso hace casi imposible mantener el orden a raya.
                                                                                                 
Pues bien, hace un par de meses llegó a mis oídos el método KonMari. Seguro que habréis oído hablar de él porque se ha puesto de moda en todos los medios e incluso hay algunos tutoriales en Youtube. Se trata de un sistema de organización que ha desarrollado la japonesa Mari Kondo, y que según ella permite mantener el orden fácilmente y por mucho tiempo.

Como loca me lancé a por su libro “La magia del orden” el cual devoré en un par de horas. No veía el momento de que llegara el sábado para ponerme manos a la obra y seguir al dedillo todos sus consejos, así que, en cuanto llegó, dediqué todo el fin de semana a organizar mi vestidor.

El primer cometido era vaciar por completo los armarios y luego tomar prenda por prenda escogiendo las que me inspiraran felicidad o desechando las que no me había puesto en mucho tiempo, me habían quedado pequeñas o simplemente habían dejado de gustarme.  

Lo que en un principio me pareció una tarea aburrida al final me enganchó por completo y empecé a llenar un montón de bolsas con ropa para reciclar. Cada vez que cogía una prenda me preguntaba ¿Esto te lo volverías a comprar si lo vieses en una tienda? Si la respuesta era no, iba directamente a la bolsa de basura mientras que la ropa con la que realmente me sentía a gusto y sí, me producía cierta felicidad, volvía a colocarla en su sitio bien planchadita y siguiendo un orden de colores, de claro a oscuro.
 
De repente descubrí la liberación que produce el despojarte de las cosas inútiles que te rodean y que se apelotonan no sólo en tus armarios sino también en tu cabeza, porque sabes que están ahí y sólo cuando les dices adiós te das cuenta de la presión que que te estaban produciendo.
 
Tener un armario más liviano, con las cosas que realmente te gustan y hacen sentirte especial es todo un descubrimiento, te hace ahorrar tiempo a la hora de vestirte y facilita mucho el mantener el orden, pero sin duda, lo que más me llamó la atención de este método es su teoría revolucionaria para guardar la ropa en los cajones. Mientras la mayoría suele colocar la ropa apilada una encima de otra, lo que Mari Kondo aconseja es doblar cada prenda en tres dobleces con el fin de que pueda mantenerse erguida en vertical sin desplomarse y luego colocarlas una detrás de otra alineadas por colores. De esta forma es muy fácil localizar la camiseta o el jersey que te quieres poner y lo puedes coger o volver a colocar sin alterar el resto de prendas. Es tan fácil como coger un libro de una librería. ¡Os aseguro que es una gozada!
 
La próxima semana os indicaré los principales tips para una buena organización según el método KonMari. ¡Os animo a probarlo!

domingo, 10 de enero de 2016

Una vuelta de tuerca a nuestros propósitos

Cada vez que comienza un nuevo año siento que es el momento de iniciar una nueva etapa y trato de marcarme objetivos con el fin de cambiar algunos hábitos que me permitan mejorar. Para mí es una sensación parecida a cuando abres la ventana por la mañana y aparece ante ti un nuevo amanecer lleno de luz y energía. De esta manera, trazo objetivos que año tras año persigo con fe ciega... hasta que desisto de ellos completamente harta y desanimada.
 
Pero, ¿Qué es lo que nos incita a querer cambiar nuestros hábitos? ¿Qué es lo que nos frena a perseguir nuestras ilusiones, nuestros sueños? Puede que se deba a que precisamente los objetivos que nos proponemos no sean nuestras verdaderas pasiones, sino actividades que consideramos que podrían ser buenas para nosotros, pero que en realidad no las disfrutamos, no las amamos.
 
Quizá deberíamos dar una vuelta de tuerca a estos propósitos y en vez de recurrir a los clásicos "ir al gimnasio, adelgazar, leer más, ver menos la tele, etc." lo que deberíamos hacer es identificar lo que realmente nos motiva, recuperar nuestros sueños escondidos u olvidados y decidirnos a realizarlos.
 
Si meditamos un poco seguro que encontramos un montón de actividades con las que realmente disfrutaríamos, pero ¿Qué es lo que nos impide hacerlo? ¿Miedo? ¿Inseguridad? ¿Pereza? ¿Falta de tiempo? ¿Falta de recursos?. Pues eso es lo primero que deberíamos hacer, reconocer los impedimentos que nos frenan a la hora de poner en práctica nuestras aficiones y hallar soluciones que nos permitan disfrutar abiertamente de ellas.
 
Quizá te guste leer, escribir, jugar al golf, hacer ganchillo, pintar, correr, viajar..... ¡Hay tantas cosas que pueden enriquecer nuestras vidas!
 
Pues sí, hay tantas cosas que si por ejemplo no te gusta ir al gimnasio ¿Por qué te empeñas en apuntarte cada año para pisarlo no más de una semana? ¿Por qué no lo sustituyes por otra actividad que te divierta más? Quizá prefieras una clase de baile, las hay de múltiples estilos, o si te gusta la naturaleza podrías animarte a hacer senderismo con amigos, o simplemente calzarte un buen calzado y salir a la aventura caminando por tu ciudad. El caso es que si de lo que se trata es de hacer ejercicio haz algo con lo que realmente disfrutes, y en cuanto des el primer paso ya no lo podrás abandonar.
 
Lo que está claro es que hacer actividades que nos ayuden a evadirnos de nuestra rutina, que nos permitan relacionarnos con otras personas o que nos hagan brotar nuestras dotes artísticas en cualquiera de sus manifestaciones hace que liberemos estrés y nos sintamos mucho mejor con nosotros mismos, y eso es el primer paso para la felicidad. Así que ánimo y reserva tiempo para ti. ¡Porque tú lo vales!.
 
Recuerda, el único impedimento para hacer lo que deseas eres tú.

viernes, 1 de enero de 2016

Feliz Año Nuevo

Acaba de empezar un año nuevo y mientras espero a que la pularda se ase lentamente en el horno acompañada de cebollitas, manzanas y orejones, aprovecho para escribir mi primer post del 2016, un año que viene como siempre lleno de buenos propósitos y con la esperanza de que nos regale algo realmente bueno.

Las navidades están pasando con la rapidez que sucede todo lo esperado y mis deseadas vacaciones transcurren casi por completo dedicadas a la familia y a los fogones, intentando que reine la paz en casa y tratando de que todos estén a gusto.
 
Pero estas fechas tan entrañables vienen con sentimientos encontrados, por un lado de alegría por la fiesta, por la celebración en familia, por las horas dedicadas a la cocina y a engalanar la casa con rojos, verdes y dorados… pero también de tristeza al recordar a aquellos que se fueron y no volverán, por la nostalgia de otras navidades vividas con ellos, por desear recordar sus voces, su aroma, su calor… con la rabia de no haber dicho o hecho a tiempo lo necesario, y eso, precisamente lo que nunca hice, es lo que se ha quedado dentro de mis sentimientos como una lazada que oprime mi garganta y hace que a veces llore de profunda rabia.
 
Tras la propagación de mensajes navideños compartidos multilateralmente a través de Facebook y de Whatsapp, algunos realmente divertidos, a estas alturas de las fiestas, confieso que estoy empachada de turrones y mazapanes. ¡Por favor que se acabe ya la bandeja de dulces que preside el salón!. Es una prueba irresistible enfrentarse todos los días a esas seductoras tentaciones, tan bellamente dispuestas, que me miran traviesas recordándome que es  Navidad. Y como una es débil y siempre cae en la trampa, tan sólo me justifico diciendo que en cuanto se acaben no entra ni un dulce más… por lo menos ¡hasta el roscón de reyes!. Lo que está claro es que o compensamos los excesos con actividades que nos alejen de la cocina o esto va a ser una catástrofe dimensional. Al menos ya tengo claro que tras el roscón vendrá la Duncan pero trataré de minimizar los estragos aprovechando estos apacibles días que invitan al paseo y a disfrutar de la serena luz que acompaña este invierno tardío.
 
Tengo una lista enorme de cosas que quiero hacer durante estas vacaciones, algunas ya las he completado, como ir al famoso mercadillo de Majadahonda, visitar el Museo Arqueológico Nacional o ir al cine, pero tengo algo muy importante todavía que debo hacer y es encontrar tiempo para mí, para pensar y trazar mis objetivos personales para este año. Repasaré los consejos que compartí en mi post "Mind Mapping o el arte de representar las ideas" y trataré de crear un mapa conceptual que me guíe y me inspire a la hora de perseguir mis sueños, porque sólo cuando defines y plasmas sobre papel  tus objetivos podrás ser capaz de recordarlos y trabajar para conseguirlos. ¿Te animas a crear tu propio mapa conceptual para el 2016?
 
¡Feliz Año Nuevo! - Que la armonía fluya siempre en nuestras vidas