sábado, 25 de noviembre de 2017

¿Qué fue de Alejandra?

A menudo la veía paseando por el parque con su perro, un bichón maltés idéntico al mío. Su elegancia despertó pronto mi curiosidad y admiración. Recuerdo que caminaba con la misma gracia de una bailarina y, mientras yo solía sacar a mi perro vestida con lo primero que encontraba en el armario, ella siempre iba impecable, con un inconfundible estilo “boho chic” que le favorecía mucho y que a veces complementaba con unos desenfadados gorros de lana en invierno y con unas atrevidas pamelas que protegían su pálida tez del irritante sol en verano. Se llamaba Alejandra e irradiaba un carisma muy especial.

Nuestros perros se olfateaban cada vez que nos encontrábamos y nosotras siempre los observábamos divertidas. Es así como iniciamos una cordial relación. Por aquel entonces vivíamos en un barrio, que como todos los de reciente construcción, era tan moderno como triste y desolado. Por sus amplias calles se echaba de menos a niños correteando, comercios con escaparates coloridos, y hasta coches que rompieran la espectral monotonía, por lo que resultaba reconfortante encontrarse con alguien a quien saludar e intercambiar alguna conversación, que en nuestro caso, siempre solía girar en torno a nuestras mascotas:

- ¿Dónde llevas a Charly a cortar el pelo? -Recuerdo que me preguntó un día.

- Aquí mismo, en el veterinario de la esquina

- Ah, pues yo conozco una peluquería en Madrid que lo dejan monísimo, mira, creo que tengo una tarjeta por si quieres llevar al tuyo….

Un día me dio una noticia fabulosa: estaba embarazada y sus ojos brillaban radiantes de alegría. Pasaron los meses y su abultada barriguita fue creciendo hasta que por fin dio a luz a Adrián. Le conocí un día cuando ya había cumplido un mes. Recuerdo que iba dentro de un confortable cochecito envuelto en unas preciosas sábanas azules. Dormía plácidamente. Pero lo que me llamó la atención es que Alejandra estaba triste. Su mirada ya no reflejaba la alegría que solía transmitir al verme, se mostraba cabizbaja y noté algo de vergüenza en su expresión cuando me confesó que lo estaba pasando mal. Su niño lloraba continuamente y no encontraba un momento para descansar. Además, estaba preocupada por su perrito. Tampoco tenía tiempo para él, y me reconoció que esa era la primera vez que lo sacaba a pasear desde que había nacido el bebé. Pero eso no era lo único que parecía preocuparle.

Hace ya dos años de aquel día, y jamás volví a verla. Al principio creía reconocer de lejos a su apuesto marido tirando a regañadientes de su mascota pero también perdí su pista. Llegué incluso a pensar que se habían mudado de domicilio y me la imaginaba en un amplio jardín de un hermoso chalet, correteando alegre detrás de su hijo. No podía ubicarla en otro lugar mejor.

Ayer llevé a mi perro al veterinario y me acordé de ella. Tuve el impulso de preguntar por Crispi, y Bea, la veterinaria, me miró sorprendida. -¿Conocías a Crispi? -Me preguntó. Le expliqué brevemente aquella relación de amistad que tanto añoraba, y ella, con semblante sombrío me reveló lo que nunca hubiera imaginado, algo que paralizó mi corazón e inundó de lágrimas mis ojos. Alejandra había fallecido.

Dicen que del amor al odio hay un paso, y un día, los celos, la furia y la venganza se apoderaron del hombre que le había prometido amor eterno, del que en otro tiempo le regalaba flores y hacía estremecer su cuerpo con el simple roce de sus labios. Siete puñaladas bastaron para acabar con su vida y la de su bebé, a quien Alejandra trataba de proteger entre sus brazos.
 
Esta misma mañana he pasado por delante de su casa, he mirado hacia su balcón y he visto un rayo de luz que se reflejaba en los cristales. Un escalofrío ha recorrido mi piel y he apretado con fuerza mis puños al recordar su dulce voz, su sonrisa amable y su melena ambarina.

Ya no volveré a imaginarme qué fue de ella ni a buscarla entre las personas que pasean por el parque. Ya no volveré a idealizar su vida ni a inventarme escenarios de ensueño para ella, sólo me queda el recuerdo de aquella amistad, de lo que fue y lo que pudo haber sido.