¿Alguna vez has metido la pata hasta el fondo por haber entendido
mal un mensaje? ¿Alguna vez te has sentido absolutamente inútil por no haber
hecho lo que realmente se esperaba de ti?
Una de las normas más importantes de
la buena comunicación es asegurarse de que la información se ha entendido bien.
Generalmente todos vivimos acelerados, nos falta tiempo para
hacer infinidad de cosas y a veces pecamos de resumir las cosas en exceso asumiendo
que el resto de la gente sigue nuestro ritmo. Pero una de las cosas que he
aprendido y que trato de poner en práctica, aunque no siempre es fácil, es no presuponer
las cosas, porque seguro que acabo equivocándome.
En una conversación, tanto el emisor como el receptor son
responsables de que el mensaje se reciba correctamente, pero más aún cuando el
propósito de esa conversación es llevar a cabo una acción. Así pues, tanto el
emisor como el receptor deben utilizar el mismo lenguaje, lo que a veces puede
suponer bajar el nivel y evitar ciertas jergas profesionales o tecnicismos, y sobre
todo, ambos deben verificar que la información se ha entendido perfectamente.
Como veis, esto, que no debería llevar más de un par de
minutos, permite asegurar que se tomen las acciones correctas y que a la larga se ahorre mucho tiempo. Sin embargo, muchas veces este paso se omite y,
dependiendo de la dificultad de lo que haya que hacer, puede llevar a
malentendidos y problemas.
Hace tiempo una amiga me comentó una anécdota que le ocurrió
con su antiguo jefe y que refleja bastante bien este asunto. (Querida amiga, si
lees esto, espero que no te molestes por apropiarme de tu historia, en su día me
pareció tan divertida que no he podido resistirme a recordarla aquí). El caso
es que el jefazo era de otro país, hablaba otro idioma y aunque se defendía en
español, le faltaba vocabulario y agilidad verbal lo que a mi amiga le dio
bastantes quebraderos de cabeza. En una ocasión, su jefe la llamó a su despacho
y le comentó que era el cumpleaños de un familiar y que necesitaba cuanto antes
una tarta que tuviera un muñequito encima que se moviera y que fuera gracioso.
Mi amiga, acostumbrada a organizar para él las cosas más
estrambóticas, supuso que quería organizar una fiesta de cumpleaños y enseguida
se puso a buscar por internet. Localizó varias pastelerías y obradores donde
personalizaban tartas de cumpleaños pero que pudieran incluir un muñequito móvil era
más complicado de lo que creía. A los pocos minutos de la búsqueda, le llamó su
jefe preguntándole si ya había encontrado la tarta. Ella le dijo que aún no,
que lo estaba buscando. Un poco sorprendida por la premura supuso que la fiesta
debía ser para ese mismo día así que siguió buscando añadiendo al reto que la
tarta estuviera lista en el día. Y mientras investigaba volvió a recibir la
llamada de su jefe unas cuantas veces: “¿Pero
qué pasa?, ¿No lo encuentras?, Es que me
urge mucho, ¿Por qué tardas tanto?”. Al cabo de un par de horas mi amiga dio
con una súper pastelería que personalizaba todo tipo de tartas y además la
podían hacer en un tiempo récord, esa misma tarde podrían recoger la tarta con
un muñequito simpatiquísimo encima. Mi amiga entró entusiasmada en el despacho
de su jefe mostrándole fotografías de los modelos de tartas que podían hacerle
y con el precio de cada una pero, lejos de recibir un efusivo agradecimiento, vio
cómo su jefe no daba crédito a lo que estaba viendo. “¿Pero qué tiene que ver lo que te he pedido hace ya dos horas con estas
tartas de bizcocho y chocolate?”.
Mi amiga no se lo podía creer, aquella búsqueda había sido totalmente inútil, ¡qué pérdida de tiempo!. Porque
lo que su jefe había querido pedirle no era otra cosa sino un icono gracioso
para felicitar un cumpleaños por e-mail. Y además, ¡lo podía haber conseguido en
"cero-coma"!.
He de decir que mi amiga es una magnífica profesional, realmente competente y
organizada, pero en aquella ocasión le falló la presunción de lo que su jefe
realmente quería.
Así que, sigue mi consejo, no presupongas nada, cerciórate
siempre de lo que debes hacer y nunca te reprimas a preguntar tus dudas.
¡Hasta la próxima semana!
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