A
esa niña que sufre cada día, insegura de sus actos, preocupada por sus palabras
y abrumada por los clichés que la rodean. A esa niña yo quisiera quitarle sus
gafas oscuras para que descubra la diversidad de colores que hay en el
universo. Un mundo con cabida para todos y en el que sólo ella puede decidir
cómo quiere vivir su vida.
A esa niña que llora en la soledad de su habitación, le pido que recorra su camino con ilusión y esperanza, que siga los impulsos de su corazón y escuche los consejos de su razón. A esa niña le pido que crea en sí misma, que defienda su criterio y evalúe las opiniones de los demás. A esa niña le deseo que viva libre y feliz, sin amenazas ni miedos, sin que nadie le levante la mano ni reduzca su voz.
A esa niña a quien yo quiero, le pido que mire hacia adelante, con la cabeza alta, la sonrisa puesta y el paso firme. Con los ojos iluminados por la pasión, la curiosidad, y la esperanza. Que crezca fuerte y solidaria, aprendiendo de la vida, de los libros y de los errores. Que deje sus miedos atrás. Esos miedos por los que tantas mujeres lloraron, sufrieron y lucharon. Tú no, mi niña, mujer de hoy y del mañana. Eres dueña de tu vida, libre como el viento, fuerte como un roble. Estudia, trabaja, persevera, sigue tus sueños y aleja de ti a los fantasmas que ponen freno a tu progreso.
A esa niña que piensa en su suerte, le invito a descubrir que hay otras niñas y mujeres que sufren y lloran. Niñas que quisieran ser libres y decidir por sí mismas pero que su vida está envuelta por un velo de injusticia e ignorancia. Mujeres que no tienen ni voz ni voto, que no tienen derechos pero sí obligaciones. Mujeres que viven bajo el yugo de sus padres, maridos o hermanos, que no pueden estudiar, que son casadas siendo niñas y que diariamente son apaleadas. Y es que hay lugares donde ser mujer es lo peor que te podría suceder.
En el Día Internacional de la Mujer, invito a esa niña a solidarizarse con esas mujeres que necesitan nuestro apoyo y que conozca la historia de una lucha que se inició un 8 de marzo de 1857, cuando un grupo de mujeres se lanzaron a las calles de Nueva York para protestar por sus ínfimas condiciones laborales en una fábrica textil. Aquellas mujeres se jugaron su sueldo y su vida reclamando justicia sin saber que con su valentía estaban dando un gran paso en la historia de la humanidad.
Ellas lucharon por ti, por mí, por todas las mujeres, y fueron ganando batallas que parecían imposibles de conseguir. Con su voz, y con la del resto de mujeres que continuaron su causa se empezó a tomar conciencia de la verdadera igualdad de derechos y libertades entre hombres y mujeres.
Por eso, mi niña, quiero que persigas tus sueños, porque tienes ante ti la posibilidad, la capacidad y la gran oportunidad de conseguirlos sabiendo que no sólo tienes derecho, sino obligación, de ser feliz.
Si quieres convertirte en defensor de los derechos de la mujer, visita la página De mujer a Mujer y colabora con este admirable proyecto de la Fundación Vicente Ferrer.
Precioso! Espero que todas las mujeres que vean esto se llenen de fuerza y valentía, y se den cuenta de lo valiosas que son, y de que tienen que ser felices sin pensar en satisfacer a nadie. Que los derechos e igualdades son para todos por igual, ya sean mujeres, varones, musulmanes, judíos, cristianos..., de piel oscura, de piel clara. Que todos somos personas, seres humanos, seres vivos.
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