El sábado pasado fui al cine. Tenía ganas de ver la última
de Almodóvar y, como suelo hacer, allí me aventuré sin haber
leído críticas ni haber escuchado comentarios sobre la película. Al entrar
en la sala me invadió un enorme pesar, estaba prácticamente vacía lo que me hizo presagiar lo peor
teniendo en cuenta que el estreno se había celebrado apenas una semana antes.
Sin embargo aquí estoy, escribiendo un post sobre la película y es que a pesar de este pronóstico, sí, Julieta me gustó y me llegó
a lo más hondo.
Mi interés por Almodóvar viene de muy lejos aunque no soy
fan incondicional. Entre su filmografía hay películas que me encantan y otras
que me horrorizan, pero lo cierto es que la genialidad del manchego
de la alfombra roja nunca me deja indiferente porque nadie como él sabe mostrarnos una cotidianeidad, a veces sórdida y otras compleja, que tantas veces pasamos por alto.
Pedro es sobre todo un contador de relatos sobre mujeres que se convierten en heroínas llevando a la pantalla sus rarezas, sus miedos, sus esquizofrenias y por supuesto una amplia gama de respuestas a sus sentimientos. Y para eso hay que tener la sensibilidad especial que él tiene, hay que ser un gran observador y percibir hasta los más pequeños detalles.
Almodóvar escudriña en cada una de sus historias y desmenuza cada personaje observando hasta el más nimio detalle para sorprendernos recreando ambientes llevados al extremo, aunque siempre creíbles, y consigue descubrirnos esas otras realidades que a menudo no queremos ver. Y es que con esa particular percepción que él tiene y con ese extraordinario talento para reflejar la vida corriente de la gente, a lo largo de los años nos ha ido sorprendiendo con un cartel de estrafalarios pero adorables personajes que no son más que un reflejo de una sociedad que convive en nuestras ciudades, en nuestros pueblos, y con los que a menudo nos cruzamos con recelo por la calle sin preocuparnos qué historia esconde cada uno ni qué secretos guarda cada historia.
En su última película no busques risas ni extravagancias más allá del impresionante papel que hace Rosy de Palma como siniestra ama de llaves. En esta ocasión Almodóvar rebusca en los sentimientos y nos ofrece un drama delicado y profundo que cuenta la historia de su protagonista, Julieta, soberbiamente interpretada por Emma Suárez y Adriana Ugarte en dos periodos diferentes de su vida, y a pesar de sus diferencias físicas, el director ha conseguido fundirlas en una sola para presentarnos dos caras de un mismo personaje, la Julieta joven y ochentera, enamorada y aventurera, y una Julieta madura y destrozada, que guarda para sí un secreto que finalmente decide desvelar y enfrentarse a él por mucho que le atormente.
La protagonista es una mujer que necesita ser amada, que huye de la soledad y que
perdona y respeta la vida de los demás aunque eso le hiera hasta en lo más
profundo. Julieta nos habla del transcurso del
tiempo, de los avatares que nunca te esperas,
de la necesidad de comunicación, de la lucha interior entre lo que uno
espera y lo que los demás son capaces de dar. Es también una historia en la que
se habla de la amistad, del consuelo, de
la enfermedad implacable, de la muerte, de la libertad y por encima de todo del amor.
Se trata de un drama donde
por supuesto hay lugar para las lágrimas, pero que además está envuelto en un halo de intriga que te mantiene todo tiempo en alerta deseando descubrir el desenlace de la historia que al final queda abierto a la interpretación de cada uno, en un final que se intuye pero que realmente no queda del todo satisfecho, el misterio sigue quedando en el aire.
Podría decir muchas más cosas de la película, cómo describe los diferentes estilos de vida en un pueblo pesquero de Galicia, en un pueblo de Andalucía y cómo no en Madrid. Podría decir como dato curioso que Elena Benarroch aparece de espaldas cocinando en su propia cocina, que aparecen otros pequeños cameos apenas reconocibles pero que dan el toque almodovareño inconfundible al filme.
Y hasta aquí puedo contar.
Podría decir muchas más cosas de la película, cómo describe los diferentes estilos de vida en un pueblo pesquero de Galicia, en un pueblo de Andalucía y cómo no en Madrid. Podría decir como dato curioso que Elena Benarroch aparece de espaldas cocinando en su propia cocina, que aparecen otros pequeños cameos apenas reconocibles pero que dan el toque almodovareño inconfundible al filme.
Y hasta aquí puedo contar.