domingo, 20 de septiembre de 2015

Abrir los ojos al corazón


Hay personas que se tapan los ojos ante las injusticias, que apagan el televisor para no ver desgracias y se marchan del cine cuando la película les muestra una cruda realidad.
 
Hay personas que prefieren vivir de espaldas a un escenario que no brilla por sus lentejuelas ni por los flashes de las cámaras, que se justifican diciéndose a sí mismas que son demasiado sensibles para ver tantas desgracias, que prefieren ignorar el sufrimiento de la gente para no deprimirse.
 
A esas personas les gustaría vivir en un mundo de colorines disfrazado de telenovela rosa y adornado con flores de papel. Creen, no sin razón, que la culpa de todo la tienen los gobiernos, que no ponen suficientes medios para evitar las guerras o para alimentar a los millones de personas que sufren desnutrición en el mundo. ¿Y qué van a poder hacer ellos frente a eso? ¿Nada?.
 
Yo también creo que hay demasiados intereses, demasiado poder en juego, demasiados negocios invertidos y que, lamentablemente, las guerras o la pobreza de muchos se traduce en una inmensa riqueza para otros pocos.

Observo con carne de gallina lo que pasa, no pocas veces me resbalan las lágrimas, y siempre me asalta una profunda rabia. ¿Y qué puedo hacer yo?. ¿Qué podemos hacer nosotros?
 
Admiro de corazón a esos valientes que lo dejan todo por ayudar a los demás. Prescinden del confort de su hogar, abandonan un trabajo bien remunerado y se juegan todo lo que tienen, arriesgando su propia vida y poniendo por encima de todo el amor hacia los demás.
 
Yo no soy de esos, y sí, me avergüenzo de ello. Es cierto que colaboro haciendo donaciones a ONGs, que aporto alimentos a las campañas de "llenemos la despensa", que doy limosna a quien me tiende su mano y que hago lo que mejor sé hacer: alzar mi voz, compartir mi rabia y hacer campaña de sensibilización. Pero sé que podría hacer más, ¡Deberíamos hacer más!.

Porque, mientras miramos atónitos cómo un pueblo entero acribilla a un pobre animal, cómo hay ganaderos que esparcen litros y litros de leche por el campo, cómo hay gente que se embadurna a tomatadas, mientras tanto, hay personas que rebuscan en los contenedores, familias que duermen bajo la amenaza de un deshaucio, trabajadores que les gustaría trabajar, pueblos enteros que les han arrebatado la paz, que huyen de la guerra dejando atrás su corazón, esperanzados por pisar la Europa soñada sin saber que aquí también hay fronteras donde les pondrán zancadillas.
 
¿Qué es lo que estamos haciendo con este mundo? ¿Cómo podemos dormir tranquilos sabiendo que hay tanto dolor?.
 
Creo que todos deberíamos reflexionar y admitir que tenemos capacidad para ayudar, que no hace falta irse a otros países si no queremos, que no hace falta abandonar tu vida, porque hay cosas que están en nuestra mano y que podemos hacer para ayudar a los demás. Aunque no lo creas, todos podemos aportar mucho.
 
¡Vamos a ser solidarios!, ¡Vamos a ser valientes!

No hay comentarios:

Publicar un comentario