Hay personas que prefieren vivir de
espaldas a un escenario que no brilla por sus lentejuelas ni por los
flashes de las cámaras, que se justifican diciéndose a sí mismas que son
demasiado sensibles para ver tantas desgracias, que prefieren ignorar el sufrimiento de la gente para no deprimirse.
A esas personas les gustaría vivir en
un mundo de colorines disfrazado de telenovela rosa y adornado con flores de
papel. Creen, no sin razón, que la culpa de todo la tienen los gobiernos, que
no ponen suficientes medios para evitar las guerras o para alimentar a los
millones de personas que sufren desnutrición en el mundo. ¿Y qué van a poder hacer
ellos frente a eso? ¿Nada?.
Yo también creo que hay demasiados intereses, demasiado
poder en juego, demasiados negocios invertidos y que, lamentablemente, las
guerras o la pobreza de muchos se traduce en una inmensa riqueza para otros
pocos.
Observo con carne de gallina lo que pasa, no pocas veces me resbalan las lágrimas, y siempre me asalta una profunda rabia. ¿Y qué puedo hacer yo?. ¿Qué podemos hacer nosotros?
Observo con carne de gallina lo que pasa, no pocas veces me resbalan las lágrimas, y siempre me asalta una profunda rabia. ¿Y qué puedo hacer yo?. ¿Qué podemos hacer nosotros?
Admiro de corazón a esos valientes que lo dejan todo por ayudar a los demás. Prescinden del confort de su hogar, abandonan un trabajo bien remunerado y se juegan todo lo que tienen, arriesgando su propia vida y poniendo por encima de todo el amor hacia los demás.
Yo no soy de esos, y sí, me avergüenzo de ello. Es cierto que colaboro haciendo donaciones a ONGs, que aporto alimentos a las campañas de "llenemos la despensa", que doy limosna a quien me tiende su mano y que hago lo que mejor sé hacer: alzar mi voz, compartir mi rabia y hacer campaña de sensibilización. Pero sé que podría hacer más, ¡Deberíamos hacer más!.
Porque, mientras miramos atónitos cómo un pueblo entero acribilla a un pobre animal, cómo hay ganaderos que esparcen litros y litros de leche por el campo, cómo hay gente que se embadurna a tomatadas, mientras tanto, hay personas que rebuscan en los contenedores, familias que duermen bajo la amenaza de un deshaucio, trabajadores que les gustaría trabajar, pueblos enteros que les han arrebatado la paz, que huyen de la guerra dejando atrás su corazón, esperanzados por pisar la Europa soñada sin saber que aquí también hay fronteras donde les pondrán zancadillas.
Porque, mientras miramos atónitos cómo un pueblo entero acribilla a un pobre animal, cómo hay ganaderos que esparcen litros y litros de leche por el campo, cómo hay gente que se embadurna a tomatadas, mientras tanto, hay personas que rebuscan en los contenedores, familias que duermen bajo la amenaza de un deshaucio, trabajadores que les gustaría trabajar, pueblos enteros que les han arrebatado la paz, que huyen de la guerra dejando atrás su corazón, esperanzados por pisar la Europa soñada sin saber que aquí también hay fronteras donde les pondrán zancadillas.
¿Qué es lo que estamos haciendo con este mundo? ¿Cómo podemos dormir tranquilos sabiendo que hay tanto dolor?.
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