Hola amigos,
Aquí estoy de nuevo tras unas formidables vacaciones en las
que he disfrutado de mi familia, del sol, de la playa y cómo no de la apetecible
siesta española.
Echaré de menos ese dulce “far niente” interrumpido tan sólo por momentos
en los que uno debe decidir a qué playa ir o qué excursión hacer. Recordaré esos
días playeros leyendo bajo sombrillas de brezo o resguardados bajo las verdes
pinadas que abrazan las idílicas calas de Mallorca. Esos baños en un mar transparente,
buscando el relax total, descubriendo los pececillos que pasan por tu lado o
divisando el horizonte montañoso de la sierra tramontana.
Los paseos por la
orilla del mar, el murmullo de las olas, el calor de la arena y el delicioso
sabor de las frutas de temporada. ¡Al rico coco, la melona, anana! ¡Vitamina
para el cuerpo, yeah! Canturreaba por la playa un vendedor de frutas que
esperábamos divertidos cada día. ¡Qué sandías! ¡Qué melocotones! ¡Qué alegría de
vida!.
Visitar lugares con encanto como Sóller, Alcudia o Valldemossa, pasear
por el centro de Palma y descubrir mil y un rincones de ensueño. Arriesgarte a volar en paracaídas y columpiarte en lo alto sintiendo la brisa sobre tus pies descalzos y percibiendo bajo ti un inmenso colchón azulado.
Sí, estas han
sido unas vacaciones completas, en las que he descansado y he recargado pilas
dispuesta a afrontar una rentrée sin bajones ni depresiones, con la sonrisa
puesta y el piloto de la ilusión encendido para emprender un nuevo “curso” atenta a las
novedades que nos sorprendan. De momento, el reencuentro con los compañeros ha sido un
buen aliciente para emprender sin penas septiembre, pero hay otras motivaciones, como los nuevos propósitos que cada año nos hacemos, o quizás, no tan nuevos...
¡Feliz rentrée!